Akila Dignidad

Inseguridad y abandono a la juventud ecuatoriana

Autores: Lorena Escobar Pérez
https://shorturl.at/bswZ2
Sofía Vanegas Espinosa
https://shorturl.at/opyKN

Imagen generada por I.A. generativa y con ajustes de edición

Las tragedias en las cárceles revelen una dura realidad del país, el 27 de septiembre de 2021, el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI) reveló los nombres de los 106 individuos fallecidos en ese fatídico día. Entre los datos más desgarradores se destacó que la abrumadora mayoría de las víctimas eran hombres jóvenes. Las cárceles ecuatorianas se han convertido en terreno fértil para la proliferación de la delincuencia, donde la falta de políticas efectivas de rehabilitación y reeducación deja a los reclusos atrapados en un ciclo vicioso de extorsión, terror y miedo.

En palabras de Rita Segato, estos espacios se convierten en verdaderas escuelas de violencia (Molina Galarza, 2023). Además de ello, estar en las cárceles no es gratuito, tiene un costo que recae no nicamente en los hombros de los encarcelados, sino también en sus familiares, quienes deben afrontar la abrumadora carga económica asociada; desde $124 hasta $251 eran necesarios para cubrir gastos básicos como alimentos, artículos de aseo e higiene, y una visita al mes (Rueda & Ruiz, 2022). Además, se enfrentan a la presión adicional de procurar recursos o trabajo para garantizar la “seguridad interna” de sus seres queridos tras las rejas. Este peso recae mayoritariamente en mujeres: madres, hermanas, hijas y parejas, en medio de un sistema penitenciario despiadado e injusto.

Según el informe de la Policía Nacional, la infiltración de niños y adolescentes en el mundo del narcotráfico comienza temprano, donde inicialmente se ven atraídos por el consumo de drogas que promete una felicidad instantánea. Posteriormente, una vez adictos a las drogas, son reclutados para participar en el microtráfico, lo que les permite obtener ingresos significativos de hasta 150 a 200 dólares diarios simplemente caminando por las calles, una cantidad que no solo les permite financiar sus adicciones, sino que supera fácilmente el salario básico en Ecuador en menos de dos días (Peñaherrera, 2021).

También, la influencia seductora de las vidas cinematográficas de los “patrones”, “capos”, “padrinos” o “jefes” (Sotomayor Torres, 2014) encuentra su raíz en las características psicopáticas de estos personajes, como lo señala el concepto de homo videns. Esta fascinación por el estilo de vida glamoroso y aparentemente exitoso de los narcotraficantes contribuye a la atracción de los jóvenes hacia este mundo peligroso y
criminal.

El país ha emergido como un objetivo para las mafias albanesas, como señala el diario británico The Telegraph, donde se han reportado la promoción y operación de escuelas de sicarios en lugares como Pascuales, Guayaquil, destinadas a niños desde los 10 años de edad. Estas “escuelas” instruyen a los jóvenes en el manejo de armas, la identificación de objetivos y las técnicas de asesinato (Telegraph, 2022). Los individuos más susceptibles a ser reclutados son aquellos que carecen de estructuras familiares y recursos económicos, lo que los hace más vulnerables a las ofertas de las organizaciones criminales.

Los jóvenes que son adoctrinados en las escuelas de sicariato internalizan una construcción de masculinidad que deshumaniza a las personas y otorga un valor jerárquico a los objetos, los cuales son los únicos considerados relevantes en su escala de prioridades. Se observa un cambio en la construcción de la masculinidad, desplazándose de un ideal de “superhéroe” protector hacia un nuevo modelo de “supercapo” centrado en el individuo, su deseo y su poder. Para estos jóvenes, el líder de la banda se convierte en una figura paternal y el grupo delictivo en una suerte de familia protectora, lo que refuerza aún más su identidad y sus aspiraciones en el mundo del crimen organizado.

La crisis del cuidado en el entorno familiar no solo tiene implicaciones directas en la salud mental individual, sino que también contribuye a la vulnerabilidad de los individuos, especialmente de los niños y adolescentes, quienes buscan en otros lugares, como las pandillas, el cobijo y la protección que no encuentran en el hogar. La búsqueda de identidad y pertenencia lleva a muchos jóvenes a encontrar refugio en las pandillas, donde se les ofrece una sensación de protección que no encuentran en el entorno familiar. Estos grupos delictivos, a menudo liderados por figuras que, mediante el ejercicio del poder, ejercen un rol paternal, llenan el vacío dejado por la ausencia de cuidado y apoyo en el hogar. Sin embargo, esta falsa sensación de seguridad viene acompañada de una adhesión a un sistema de valores distorsionado y peligroso, donde la violencia y la delincuencia se convierten en la norma.

En un entorno donde la corrupción y la violencia son parte cotidiana de la vida, la sensación de falta de esperanza en un futuro mejor se arraiga profundamente en la psique colectiva de los jóvenes envueltos en este mundo. Ante la incertidumbre y la inseguridad, las personas encuentran consuelo y certeza en vivir el momento presente con intensidad, ya que es lo único que parece seguro en un mundo marcado por la volatilidad y el riesgo constante. En este contexto, la figura de los capos del crimen organizado se erige como un símbolo de éxito y poder, a pesar de sus finales trágicos y desfavorables. Aunque muchos de ellos terminan extraditados, asesinados o cumpliendo largas condenas, su capacidad para alcanzar y mantener el poder en un mundo dominado por la corrupción y la violencia es admirada por aquellos que buscan
una salida a su propia desesperanza.

Loading

4 comentarios en “Inseguridad y abandono a la juventud ecuatoriana”

  1. Andrea Rodríguez

    El país requiere de planes y proyectos que enfatices una verdadera Rehabilitación Social. En ocasiones los centros de privación de libertad pasan a ser escuelas del delito.

  2. Mirela Plasencio

    Como guardia de seguridad, he presenciado de cerca el impacto que la inseguridad y el abandono tienen en la juventud ecuatoriana. Es alarmante ver cómo muchos jóvenes se ven obligados a abandonar sus estudios o involucrarse en actividades delictivas debido a la falta de oportunidades y la precariedad económica. Es necesario que las autoridades tomen medidas urgentes para abordar esta problemática, creando programas de educación, capacitación y oportunidades laborales que permitan a los jóvenes integrarse a la sociedad de manera productiva. También es fundamental fortalecer las redes de apoyo familiar y comunitario para brindar a los jóvenes el acompañamiento y la orientación que necesitan para salir adelante. Solo con un esfuerzo conjunto y una visión integral podremos construir un futuro más esperanzador para la juventud ecuatoriana.

  3. Lamentablemente la juventud Ecuatoriana ha sido olvidada y abandonada durante ya muchas décadas, desde temprana edad, los infantes crecen en ambientes de desesperanza y violencia, esto fomenta la proliferación de pandillas y escuelas de sicarios en los barrios más pobres del país, eventualmente se enrolan en grupos delictivos organizados y esto los lleva a fatales consecuencias. Muchos de ellos mueren en las calles antes de alcanzar una edad adulta, otros terminan en centros de privación de libertad, que lejos de ser un ente de rehabilitación, terminan fungiendo como escuelas de violencia, en las cuales se perfeccionan habilidades delictivas. Por estas razones, la estrategia e intervención por parte del estado, debe darse de manera integral e interinstitucional, en todos los niveles. Se debe priorizar generar oportunidades para que los niños y jóvenes no se sientan obligados a caer en el círculo de violencia en el cual, nacen y crecen.

  4. Considero que la formación es muy fundamental en todo proceso de crecimiento (intelectual, religioso, cultural, sociológico, etc.), y es muy importante el poder destacar la formación desde el núcleo de la familia. Los Padres de familias son los principales personajes de la formación de los hijos, en este sentido el entorno familiar debe estar firmemente marcado por los valores éticos, morales y cívicos, los mismos que ayudan a ser entes productivos de la sociedad. Luego de la formación dentro de la familia, el estado como segundo ente debe de garantizar la formación de los niños, adolescentes.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio